martes, 14 de septiembre de 2010

Ciudad destino

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Hace tiempo que le debo una carta a Ceuta. No sé por qué razón el destino me lleva al otro lado del Estrecho por oleadas. Allí vivió mi abuelo, el coronel Díaz Ligüeri, creció mi madre, alternando Castillejos, y aún conservo familia, aunque el desarraigo va engulliendo la lozanía del pasado. Recuerdo veranos en la hípica militar, el barco de pesca de mi abuelo, el escudo de Ceuta pintado sobre el suelo, las moras en la plaza y las visitas a tiendas de barajitas, uno de los entretenimientos del por entonces retirado coronel. Y ya maduro volví a Ceuta para trabajar en El Pueblo, sin abuelo y sin amigos, aunque sí con parientes que me dieron una gran acogida. Mi primera parada fue la calle Independencia. El sentido de la vista me trajo el olor del portal de mi abuelo en hierro forjado y regresé 15 años atrás. Este verano he visitado Ceuta en un par de ocasiones tras un año haciendo ‘las américas’. A mis ojos, la situación no ha cambiado, salvo la excepción de la vicesecretaría de la Ciudad, aunque eso al turista poco le importa. He vuelto a ver a Vivas y a Chacón inaugurando en comitiva la feria, al general jefe de la Comandancia, y he saludado a buena parte de personas con las que traté. Regresé a mi Casino para comer sus menús con bufet de ensalada, hice lo propio en la Casa del Mar, mejor imposible en cuanto calidad-precio, volví a ver a mis compañeros sentados al ordenador y de nuevo fui retratado por Nico. Paseé por Las Palmeras, me percaté de la remozada fachada de mi primera casa y visité Parques de Ceuta, desde donde entreví la primera planta de mi otra casa, edificio Mare Nostrum. Degusté el uniforme de los militares que aprovechan descansos para arreglar papeleos en el Revellín y sacié mis ansias de pinchitos, corazones y cuscús. Aunque el mar y las navieras me separen de mi ciudad-destino, desde Cádiz seguiré vigía y, tal y como hice en Nueva York, daré a conocer a todos los ignotos esta pequeña perla atracada al sur de España, a la que a veces solo se menciona para sacudir polémicas con Marruecos. Desde estas páginas de las que aprecio su olor a periódico seguiré ligado a Ceuta hasta que un nuevo aviso en el puerto me diga que es hora de partir.

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