lunes, 24 de octubre de 2011

Pérez Reverte nos deja una joya

(aquí entero su artículo):

No quiero, señor presidente, que se quite de en medio sin dedicarle un recuerdo con marca de la casa. En esta España desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que la gente se vaya de rositas después del estropicio. No es su caso, pues llevan tiempo diciéndole de todo menos guapo. Hasta sus más conspicuos sicarios a sueldo o por la cara, esos golfos oportunistas -gentuza vomitada por la política que ejerce ahora de tertuliana o periodista sin haberse duchado- que babeaban haciéndole succiones entusiastas, dicen si te he visto no me acuerdo mientras acuden, como suelen, en auxilio del vencedor, sea quien sea. Esto de hoy también toca esa tecla, aunque ningún lector habitual lo tomará por lanzada a moro muerto. Si me permite cierta chulería retrospectiva, señor presidente, lo mío es de mucho antes. Ya le llamé imbécil en esta misma página el 23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: «Más miedo me da un imbécil que un malvado». Pero tampoco hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio, un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil.

Agradezco muchos de sus esfuerzos. Casi todas las intenciones y algunos logros me hicieron creer que algo sacaríamos en limpio. Pienso en la ampliación de los derechos sociales, el freno a la mafia conservadora y trincona en materia de educación escolar, los esfuerzos por dignificar el papel social de la mujer y su defensa frente a la violencia machista, la reivindicación de los derechos de los homosexuales o el reconocimiento de la memoria debida a las víctimas de la Guerra Civil. Incluso su campaña para acabar con el terrorismo vasco, señor presidente, merece más elogios de los que dejan oír las protestas de la derecha radical. El problema es que buena parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política, lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron, sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas causas nobles, hizo imposibles otras, y con la soberbia del rey desnudo llegó a creer que la mayor parte de los españoles -y españolas, que añadirían sus Bibianas y sus Leires- somos tan gilipollas como usted. Lo que no le recrimino del todo; pues en las últimas elecciones, con toda España sabiendo lo que ocurría y lo que iba a ocurrir, usted fue reelegido presidente. Por la mitad, supongo, de cada diez de los que hoy hacen cola en las oficinas del paro.

Pero no sólo eso, señor presidente. El paso de imbécil a malvado lo dio usted en otros aspectos que en su partido conocen de sobra, aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado. Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad, usted mintió y traicionó a todos. Empecinado en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a los críticos y a los sensatos, destrozando un partido imprescindible para España. Y ahora, cuando se va usted a hacer puñetas, deja un Estado desmantelado, indigente, y tal vez en manos de la derecha conservadora para un par de legislaturas. Con monseñor Rouco y la España negra de mantilla, peineta y agua bendita, que tanto nos había costado meter a empujones en el convento, retirando las bolitas de naftalina, radiante, mientras se frota las manos.

Ojalá la peña se lo recuerde durante el resto de su vida, si tiene los santos huevos de entrar en un bar a tomar ese café que, estoy seguro, sigue sin tener ni puta idea de lo que vale. Usted, señor presidente, ha convertido la mentira en deber patriótico, comprado a los sindicatos, sobornado con claudicaciones infames al nacionalismo más desvergonzado, envilecido la Justicia, penalizado como delito el uso correcto de la lengua española, envenenado la convivencia al utilizar, a falta de ideología propia, viejos rencores históricos como factor de coherencia interna y propaganda pública. Ha sido un gobernante patético, de asombrosa indigencia cultural, incompetente, traidor y embustero hasta el último minuto; pues hasta en lo de irse o no irse mintió también, como en todo. Ha sido el payaso de Europa y la vergüenza del telediario, haciéndonos sonrojar cada vez que aparecía junto a Sarkozy, Merkel y hasta Berlusconi, que ya es el colmo. Con intérprete de por medio, naturalmente. Ni inglés ha sido capaz de aprender, maldita sea su estampa, en estos siete años.

sábado, 22 de octubre de 2011

Aulestia el hipócrita

Le tenía cierta estima, porque dentro del nuevo plantel del Cádiz había destacado por ser uno de los más fiables, uno de los pocos futbolistas con talla para jugar en Segunda. No sabía que era vasco, intuía que procedía del norte de España, asturiano, concretamente, porque su última portería defendida fue la del Oviedo. Pero unas malditas declaraciones suyas me revelan que es vasco, fabulosa tierra, preciosa lengua, estupenda gente, orgullo español mancillado por ETA; tierra ennegrecida de terror, víctimas de luto a diario por sus calles, miradas cotidianas a los bajos del coche, almuerzos de pavor, pintxos revenidos, religión en las paredes con pintadas militares recorriendo las arterias de ciudades y pueblos; carbón como oxígeno. Maldita sea quien se lucra de vuestro engaño, de generación en generación, inculcándoos, en colegios y casas, que más allá de las montañas vascas solo hay opresores considerados extranjeros de menor pelaje. Disteis vuestros primeros pasos y antes que llamar a papá y a mamá ya sabías decir "fascista" al rey cuando aparecía en televisión. Por eso, Aulestia, si no te sientes español y piensas igual que quienes han martirizado a este inmenso país, espero que te vayas muy pronto de Carranza, dejes de disfrutar de los privilegios del Sur, del Levante y del Poniente, de nuestro sol y te refugies detrás de las montañas vascas, abandones tu hipocresía, tu sonrisa mercenaria y dejes de comer en casas ajenas de ese pueblo, el fascista, que tanto os ha oprimido y del que tanto ansías una independencia.


*coda: He de contextualizar y decir que Aulestia es portero del Cádiz desde esta temporada. Hoy es protagonista en Diario de Cádiz por desear la independencia del País Vasco tras el anuncio de ETA. Me ha tocado la fibra patriótica (con los indicadores de sensibilidad por las nubes tras el anuncio de los fascistas etarras) y le he dedicado unas palabras que espero salgan publicadas en Diario de Cádiz.

viernes, 30 de septiembre de 2011

De curas y Periodismo

A Diario de Cádiz no le bastaba con el morbo de comunicar que un sacerdote había sido arrestado por robo, sino que también dijo dónde trabajaba, escribió su nombre y mostró su cara, para que el linchamiento psicológico fuera sañudo y para que la familia de este hombre guardara para siempre el 'trofeo' de su hijo o hermano en los anaqueles de la memoria. Un recorte de periódico contaminado. Sin embargo, cuando se trata de políticos sátrapas que amenazan con el yugo de los recortes a los medios de comunicación, la vara de medir cambia. Si desempolváramos los cajones de las redacciones de los periódicos y escribiéramos todas aquellas noticias que se quedaron encerradas tras las paredes de una redacción a cambio de prebendas, este pobre sacerdote no tendría hueco ni para un módulo de publicidad. Y no me olvido de las siglas que esconden los nombres de asesinos y traficantes, libres de notoriedad, escudados tras la ley de protección de datos. A José le ha pasado lo mismo que a Jesucristo, que sin un juicio imparcial se le condenó a crucifixión y todos (incluidos colegas de profesión) le vitorearon en el camino hacia el Monte del Calvario. Porque es cura. A los periodistas, el foco del morbo nos deslumbra en nuestra misión de cumplir con una de las leyes orgánicas de nuestra profesión: hacer justicia a la realidad. Cualquiera es capaz de escribir al dictado del dinero; de ahí que los intrusos lleguen a las redacciones de los periódicos impunemente, de ahí que parte del Periodismo esté podrido de gente acomodada, sin valientes capaces de ser asertivos, decir que no, y trabajar por contar cosas interesantes.

domingo, 24 de abril de 2011

Teófila

Sentado en una cafetería escuchaba a un matrimonio que rondaba los 50 pasar durante media hora las páginas de un libro que trataba de Cádiz, de la resurrección de una ciudad a la deriva, protagonizado por Teófila Martínez. Decían ellos que vivieron su juventud en una ciudad que parecía un cementerio de casas, que emanaba depresión y cuyo casco histórico se había quedado huero y sin ambiente. Hablaban de que muchas familias se mudaron fuera de la ciudad, a Vistahermosa o a Roche y que el campo era, los fines de semana, la vía de escape para aquellos que detestaban ver cómo la Calle Ancha se empantanaba de chándales y zapatillas mientras el comercio y la hostelería se pudrían ante una población marchita y entretenida con la droga en cada vez más barrios marginales. Y una tras otra iban detallando todas las carencias del Cádiz de un Carlos Díaz cuya única virtud era la honestidad. Se necesitaba a alguien que sacara todos los trastos de la habitación y metiera nuevos utensilios, en orden, uno detrás de otro. Cádiz suplicaba una limpieza a fondo; peinar el cabello a una ciudad estropeada, arrugada, pero bella en el fondo y con una seducción que era necesaria revivir.

Y poco a poco se fueron desenterrando barrios como Puntales, el Pópulo, Santa María; se inventaron otros, como Astilleros, junto a un Centro Comercial (Corte Inglés) que antes solo se alcanzaba a golpe de pedal en el coche; se levantaron pabellones cubiertos; se hicieron cines, tiendas y resurgió la hostelería; pero, sobre todo, se puso fin al nauseabundo contraste entre el Cádiz de la Avenida y el de la la Paz, las vía del tren actuando como Muro de Berlín y el PSOE estorbando con excusas una obra que buscaba la prosperidad con un soterramiento que permitiría a la clase baja convivir con el resto de la ciudad y que desembocaría en una amplia clase media incipiente. A pesar de la evidencia, sigue habiendo gente que, adoctrinada por las siglas de un partido gris y anacrónico, es incapaz de levantarse en pleno y ovacionar a una señora que ha enseñado al gaditano que el trabajo y la perseverancia mueven montañas y que ha descorrido las cortinas de esta casa para que entre la luz.

sábado, 16 de abril de 2011

El PSOE y la Iglesia

Raro es escuchar a un socialista ensalzar a la Iglesia. Más bien despotrican de ella y echarían a todos los sacerdotes y monjas a la hoguera. Sin embargo, estos socialistas rancios encubiertos detrás del simbolo de la paz, que se manifiestan en las cabalgatas gays y que luego se quejan de los “maricones” no se dan cuenta de que Iglesia y PSOE deberían jugar el mismo papel si nos atuviéramos a sus estatutos. 'Representantes' de los más desfavorecidos, los socialitas españoles maleducan a sus votantes para luego lucrarse de su análisis banal antiderechista cansino y utilizarlo en su favor (siempre hablo teniendo en mente a Pajín, Blanco, Chaves...). No quiere decir esto que sus artimañas les hagan ser los más aventajados cerebros ni que Estados Unidos quiera secuestrar a los Chacón, Zaparero o Griñán para dar clases en la Universidad de políticas de Columbia. Quiere decir que estas aves se alimentan de la inocencia de quienes los votan pensando en que así el dinero se repartirá con más bondad y justicia. Sin embargo, estas arpías que escalan hasta el poder para manejar con los hilos del presente el beneficio de su futuro, son capaces de traficar con los ERE o de dar a un Chavito la oportunidad de hacerse de oro premiando al rico y cercenando al pobre. Sin embargo, ahora en la declaración de la renta los adláteres de las siglas PSOE, que no del socialismo, se afanan en convencer a la gente de que obvien la casilla de la Iglesia católica. Así premian la labor de misioneros o de instituciones como Cáritas, que de verdad se arrodillan para limpiar los pies del prójimo con el único beneficio de la compasión. La maldita política ha hecho que desde décadas el socialismo de partido se aproveche del socialismo de calle en el que participan gente de todo pensamiento y han conseguido que una empresa política llamada PSOE manche de chapapote la bella palabra de socialismo

miércoles, 2 de marzo de 2011

Desastre de pabellones

Una de los pocos deportes que se puede practicar en esta isla masificada de edificios y poco espacio verde es el fútbol sala. Sin carriles bicis, sin campos de fútbol y sin canchas de tenis, los gaditanos se atienen a la playa o al futbito.

Pero la situación se agrava cuando ni siquiera los espacios habilitados para practicar deporte están acondicionados. Hace pocos días se inauguró el campo del Mirandilla y jugar allí es una paliza. La belleza del envoltorio contrasta con la calidad del tapete, porque el suelo resbala y allí no se puede disfrutar. El pabellón del Centro y el del Náutico también son de reciente creación y, además de que las goteras asoman con las lluvias, el primero de estos presenta abolladuras en la pista y el segundo mantiene las goteras incluso cuando no llueve.

El encargado del Mirandilla aseguró que no solo estos tres pabellones presentan deficiencias, sino que también hay filtraciones de agua en el Gadir y en Guillén Moreno. "Este campo (por el del Mirandilla) es el único que no está cubierto por chapa y, sin embargo, aquí parece que llueve desde el suelo (en referencia a la humedad de la cancha)", aseguró.
El único pabellón en condiciones para jugar es el de San Felipe Neri, precisamente el único privado, pero el precio del alquiler es tres veces mayor al de cualquiera de los anteriores mencionados.

Los usuarios de los pabellones se preguntan si la culpa la tienen los arquitectos, si es que no se destina suficiente dinero para construir un pabellón en condiciones o si es que Cádiz, como su equipo de fútbol, está abocado a aburrirnos y a escupirse siempre hacia arriba. Este asunto debe ser analizado y los arquitectos deberían dar explicaciones o, en su lugar, los políticos, porque aunque Cádiz sea la ciudad de los carnavales, no puede ser que cada cosa que se haga aquí suene a cachondeo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Sin caretas

A Carolina Pérez se le cayó la careta en el Senado, la misma que muchos portan en Ceuta, que aquello parece un carnaval veneciano. Pero no hay nada de lo que avergonzarse o puestos políticos a los que renunciar. Muchos de los moros que habitan en Ceuta están aún asidos a la cultura fría de la que provienen, en la que beber un café mirando a la calle durante una hora no supone remordimiento de conciencia. Sin embargo, España se europeizó tiempo ha y levantarse como en Canarias, una hora más tarde, cuenta negativo. Desgraciadamente, hay muchos españoles de origen marroquí que cuando se trata de DNI miran hacia arriba, pero cuando de cultura y tradiciones se habla están obligados a mirar al sur. Las palabras de Pérez no es que carezcan de razón, sino que son secundadas en toda Europa, donde cada vez son más los musulmanes y mayores las críticas hacia su estilo de vida. Ya no valen los cuentos de la xenofobia y el racismo que siempre esgrimen los que se refugian detrás de esto. Desnudos ante un espejo todos somos lo mismo y el mercado y los patronos entienden de preparación y esfuerzo y se las trae al pairo la religión y el color. En esta Ceuta cautiva sobran políticos de medio pelo, como Ali o Idris, que entre líneas insinúan xenofobia, pero que por las noches se se acuestan contando nuevos votos. Desde luego los moros ceutíes no son imbéciles y continúan dando la confianza al único partido con dos dedos de frente. Penosamente, los europeos siguen estigmatizados por el fascismo y el qué dirán, pero seguro estoy de que la mayoría tiende la mano a aquellos que vienen a aportar trabajo. Lo que no se aguanta en ninguna casa de vecino es que el invitado, además de hospedarse quiera imponer sus horarios y vivir a costa del trabajo ajeno. De hipócritas andan las calles llenas, pero en cada hogar, todos piensan como Carolina.

miércoles, 19 de enero de 2011

Jugando a los países

Uno escribe este artículo como vacuna autoinoculada ante la plaga más venenosa contemporánea, los progres. Uno escribe para que quede constancia de que por ahora esquiva el mordisco del zombi que les transforme en uno más de ellos. Finalmente, los normales nos convertiremos en Leyenda, como la película que protagoniza Will Smith y un perro. Los progres han demostrado en el Senado cuán crónico se encuentra este enfermo llamado España; tanto peor que un apestado. Se recomienda a los sanos que emigren hacia horizontes más lozanos o que se queden, pero evitando el contacto diario con televisiones, periódicos, radios y las discusiones de temas políticos entre amigos. Se dispensan vendas para los ojos, tapones para los oídos y mordazas en cualquier quiosco socialista, que adivinarán por carteles como “Por el pleno empleo”; en Cataluña, “Por la plena ocupacio” y, en todas partes, con pasquines mordisqueados de una huelga de un 29/11 aún incrustada en los escaparates de los comercios. Nuestros padres buscaron la democracia y se encontraron con un gusano kafkiano que ha terminado por tornarse en una dictadura subterránea donde los votos se cuentan por dinero y donde el culo se pone en cualquier rincón de España a merced del mejor postor. Mientras, maquilladores como Rubalcaba pergeñan las tretas más tiranas para distraer al pueblo con telenovela barata para abuelas. George Orwell escribió un libro (cuyo fondo ahora solo se conoce por dar nombre a un programa de televisión animalizado) que debería ser de lectura obligatoria para que todos los escolares crecieran con capacidad de juicio ante el cainísmo político y la verbena de millones que se mueven a nuestra espalda. En este país plural, plural de gilipollas e idiotas, gastar 350.000 euros al año en jugar a la ONU en el Senado se sigue vendiendo como un ejercicio de sociedad o no sé qué carajotada ha dicho Caamaño. Sin embargo, si lo que quieren es jugar a los países, los políticos deberían pagarse estas payasadas con su sucio dinero y usar el dinero limpio de los contribuyentes en cuestiones más serias que en cachondearse de la gente.

martes, 11 de enero de 2011

Mourinho, el antihéroe

Mourinho, el antihéroe

Las guerras furibundas de antaño entre países, ciudades o barrios se han trasladado al fútbol. Las vastas catedrales adonde acudían los fieles se han cambiado por mausoleos estadios, unos más dichosos que otros, unos más plagados de guerreros talentosos y otros, menos. Sin duda, entre todos los generales del mundo, el que sobresale del resto es José Mourinho. Este hombre ha vertido su repugnante arrogancia sobre sus jugadores y su club como si se tratara de chapapote. En su casa cuelgan medallas y trofeos a los que saca lustre a diario con sus declaraciones petulantes. El portugués demostró este pasado fin de semana que su amor por el fútbol jamás será tan grande como el amor que siente hacia su figura como fetiche. Progresivamente, se ha pasado a hablar de esta personaje más a causa de sus impertinencias y aires patriarcales de gitano portugués que por sus virtudes profesionales. Este hombre gusta de relamerse sobre la estrella que enfoca el escenario mientras su equipo se desloma en el campo. No olvidemos que tantos otros personajes de la historia general quedaron trastornados cuando vieron incumplidos sus sueños de la infancia y se dedicaron a otro oficio paralelo a través de las malas artes con tal de lamer aquello que tanto ansiaron, aunque con ello movieran cielo y tierra. Decía Chandler Bing, personaje de la serie americana ‘Friends’, que siempre usaba el humor como “mecanismo de defensa ante la sociedad”. Detrás de esa coraza tras la que se presenta a diario el portugués se esconde un animal malherido. Tanto él como Cristiano Ronaldo son los antihéroes de un cuento que leen a diario millones de españoles. Ellos encarnan la figura protagonista contra los Messi, Xavi, Iniesta que persiguen destruir el anillo a las órdenes de un mago más cursi y progre (Guardiola) que Gandalf. Mou y CR7 son los Napoleón y Marc Lenders de la historia y los dibujos animados. Su histrionismo a la hora de actuar empobrece el honrado oficio de los payasos y deja mucho que desear con respecto a los actores más mediocres. Ambos se han vuelto presos de su propia cárcel dentro de un cuento al que solo le falta la moraleja.

jueves, 6 de enero de 2011

El don de la escasez

Solamente si se observa desde el prisma económico tendrán la razón la mayoría de ustedes. Y es que regalar cosas por Reyes mantiene vivos a los negocios locales e hincha un poco más al cerdo que alimentamos todos los españoles, El Corte Inglés. Pero esta misiva no pretende halagar a aquellos que revientan las tarjetas de crédito en Navidad, mor de su subconsciente o de las ataduras sociales de aparentar más que el oponente en todas las parcelas cotidianas. Esta carta alaba a quienes, aun con capacidad monetaria para llenar salones de presentes y pintar sonrisas fugaces en los pequeños, no lo hacen y, por el contrario, controlan el instinto consumista y material que alimenta la televisión en beneficio de la educación de sus hijos. Vale más quien calla que quien habla; quien con esfuerzo y sacrificio inculca a sus hijos valores que jamás aprenderán en la calle que quienes compran la entrada a la tentación y acceden al teatro del qué dirán con tal de no escuchar. Por eso, educar a unos hijos en el valor de la prudencia, la fortaleza, la superación y la otorgación de premios según los méritos adquiridos cuesta más que todo aquello que se pueda comprar con dinero y que convierte al donante en un poderoso deshumanizado. No digo que haya que exiliar la tradición de los Reyes (como sucederá con gobiernos ‘pijopogres alternativos open-minded’), sino que hay que cultivarla como una forma de premiar, de tal manera que demos a cada niño la oportunidad de saborear, descubrir, reinventar y, lo más importante, crear un mundo en torno al juguete; exprimir al máximo la esencia del obsequio en lugar de empobrecer la valía de cada artículo acorralado por decenas de juguetes paralelos que entorpecen el embeleso del crío. Todos quisimos un charco de paquetes que desenvolver, pero ninguno nos acordamos de ellos con el paso del tiempo. Sin embargo, todos conservamos en la memoria aquel juguete con el que soñamos, del que hicimos nuestro mejor amigo. Ahora, padres y demás privan a los niños de ese hallazgo e inundan los salones con trampas que usurpan el sentido de la imaginación a quienes todavía no la han desarrollado.