sábado, 25 de diciembre de 2010

Paz, Amor y Prosperidad (mucha) en la Política

Un país que pretende aspirar al grupo de cabeza mundial no puede permitirse el sacrilegio de contar entre sus generales con mentecatos tales como la ministra Leire Pajín; o ex ministerios como el de Igualdad; o proyectos de ley como el que propugna González Sinde. Con políticos mediocres de este tipo que se refocilan en la superficialidad y desprecian la profundidad, que ganan decenas de miles de euros al año y que trabajan de cara a la galería empuñando la verdad de la mentira nos va a ser muy complicado recuperar en un lustro el poderío que poseímos. Aunque suene dañino, voy a retomar la teoría de un filósofo clásico que, para sortear las desavenencias y tentaciones de aquellos que ocupan el poder, defendía un Gobierno representado por las cabezas más dotadas del país, para lo cual, se necesitaba mantener los salarios de sus trabajos corrientes una vez que pasaran a presidir una Cartera. Es decir, que para conseguir que el mejor abogado accediera a gobernar la parcela de Interior, éste habría de mantener sus 100.000 euros o lo que fuera que cobrara al mes. Operando así se obtendrían unos resultados eficientes en calidad-precio. El dinero dejaría de derrocharse y las políticas se ajustarían a las necesidades, salvando ámbitos como las concesiones a dedo y los favoritismos. Lógicamente, este sistema forma parte de lo utópico, pero sirve para poner en evidencia la baldía de terrenos arados por lumbreras como Pajín, Blanco o, en su momento, Moratinos. Sin olvidarnos del propio presidente del Gobierno, una rémora del presente. Duele ver que Rajoy disponga de una valoración rácana entre el grueso de los españoles, quienes sumergidos en modelos como Gran Hermano o Cristiano Ronaldo castigan el tic nervioso y el anonimato físico del jefe del PP, cuando estamos hablando de un hombre con unas marcas en su carrera de primer nivel. Pero, lo que de ningún modo se puede tolerar es que gente que yerra con el castellano siga dirigiendo ministerios, a pesar de que ocupemos escalafones grotescos en la educación occidentalizada. Brindo por un año nuevo sin mangoneos políticos y por una cascada de dimisiones.

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